Dale todo el amor y controla el estrés
¿POR QUÉ?
Las niñas y niños se desarrollan de mejor forma en entornos cariñosos, seguros y confortables. Cuando padres, abuelos y otros cuidadores se relacionan afectuosamente y responden a sus necesidades, aprenden a confiar en los adultos que los rodean.
Tanto las emociones positivas como las negativas que expresan los adultos afectan a los niños y las niñas. Por lo mismo, es importante desarrollar estrategias que ayuden a establecer relaciones amorosas y manejar con calma situaciones complejas que puedan generar estrés. Cuando un niño llora de forma prolongada sin obtener una respuesta sensible de sus cuidadores, secreta una hormona denominada cortisol. Si es atendido y tranquilizado, el nivel de cortisol desciende; de lo contrario aumenta y a largo plazo, el cortisol puede alcanzar concentraciones tóxicas, capaces de dañar las estructuras y sistemas cruciales del cerebro infantil en desarrollo.
CONSEJOS
Abrázalos, bésalos y acarícialos
Entrega mucho cariño y contención a través de abrazos y caricias. La cercanía física ayudará a establecer lazos amorosos y fuertes. Los afectos entregan sensación de seguridad permitiéndoles que se desarrollen de mejor forma.
Responde a sus sonidos, movimiento y gestos
Cuando un niño o niña realiza sonidos vocálicos o balbuceos, está intentando comunicarse con las personas de su alrededor. También, puede buscar el contacto siguiendo con la mirada a los adultos u objetos que están cerca. Tú puedes responder a sus acciones llamándolo por su nombre, usando voz amable y realizando gestos o movimientos que favorezcan la comunicación. Asimismo, puedes repetir sus sonidos, decir “Acá estoy…”, “¿tienes hambre…?”. Si mueve sus manos, tú mueve las tuyas generando un efecto espejo. Si sonríe, responde con una nueva sonrisa, demostrando conexión e interés por sus gestos.
Consuélalos y acógelos
Los niños y niñas necesitan contención y apoyo de los adultos para volver a la calma cuando lloran o expresan molestia: lloran para manifestar alguna necesidad específica, pueden estar cansados, con hambre o sentirse irritados porque la posición en la que se encuentran no es cómoda o tal vez su ropa no les permite moverse con facilidad.
Jueguen juntos
La necesidad de jugar se expresa desde los primeros meses de vida. Al observar su entorno, niños y niñas sienten la necesidad de tocar, sentir, tomar y dejar caer los objetos. Tú puedes acercar trozos de tela de diferentes colores, objetos blandos y duros para que pueda manipular. Además, puedes jugar tapándote y destapándote la cara con las manos o un pañal de tela, o bien, hacer gestos frente a un espejo. En la medida que adquieren mayor control de su cuerpo y comienzan a realizar diferentes movimientos, pueden jugar en diversos espacios y posiciones. Si los ves cansados, déjalos descansar un rato.
Arma una rutina con horarios estables
Establece un horario para las actividades diarias: comer, bañarse, dormir siesta o acostarse al final del día. Las rutinas ayudan a niños y niñas a sentirse seguros y a comprender paulatinamente, cómo se desarrolla su día a día. Mantener una rutina clara también ayuda a los adultos, puesto que disminuye la incertidumbre y por ende el estrés.
Abrázalos constantemente
Abrazar a los niños y niñas constantemente, los ayuda a sentirse seguros, queridos, y a volver a la calma cuando se sienten tristes. También, les ofrece seguridad en el reencuentro, por ejemplo, al retirarlos del jardín o al volver a casa.
Responde verbalmente a sus palabras y gestos
Los niños y niñas constantemente están observando a los adultos de su entorno y los objetos que los rodean; estos son los principales impulsores del inicio de la comunicación. Ellos comunican sus preferencias e intereses con palabras y frases sencillas. Tú puedes responder y potenciar la comunicación estableciendo conversaciones sencillas, mencionando el nombre de los objetos, describiendo acciones e interpretando sus ideas o deseos. Por ejemplo, si un niño dice: “mame agua” tú puedes responder: “¿quieres agua?, iré a buscar tu vaso con agua a la cocina”.
Anímalos y ofréceles oportunidades de desarrollarse autónomamente
En la medida que los niños y niñas crecen, progresan sus intentos de realizar acciones por sí mismos, por ejemplo, usar la cuchara para alimentarse. Entrégales apoyo y seguridad frente a esas acciones y ayúdalos a probar cosas nuevas como escoger su ropa, ponerse los calcetines, lavarse los dientes, entre otras.
Háblale de sus sentimientos y emociones
Los niños y niñas expresan sus emociones frente a diversas situaciones. Utiliza esos momentos como una oportunidad para hablar sobre lo que están sintiendo, por ejemplo: “Parece que te asusta ese juego, si quieres te puedo acompañar”, “Veo que te pone muy feliz jugar con burbujas”. Esto les ayuda a identificar sus emociones.
Compartan actividades del hogar
Compartir las tareas del hogar puede ser una oportunidad para desarrollar pertenencia y responsabilidad por el espacio familiar o social. Ordenar juntos los juguetes, guardar alimentos en un mueble o en el refrigerador, regar el patio o las plantas son oportunidades para realizar actividades en conjunto. Los niños y niñas se sienten valiosos cuando los adultos les permiten participar en estas tareas. Tú puedes reconocer su apoyo, agradeciendo sus acciones: “Gracias por ayudarme a guardar la fruta en el refrigerador”.
Ayúdalo a enfrentar emociones negativas
Muchas situaciones que resultan sencillas para un adulto pueden ser difíciles de aceptar para un niño o niña. Por ejemplo, sentir rabia por no poder realizar algo sin ayuda, o tristeza por la pérdida de un juguete. Ayúdale a enfrentar estas emociones con un abrazo, ubicándote físicamente a su altura y diciéndole: “Sé que te sientes triste por la pérdida de tu juguete, yo también me sentiría triste si se me pierde algo que me gusta mucho”. También puedes ayudar ofreciéndole alguna actividad nueva para salir de esa emoción negativa: “Podemos leer un cuento juntos o ir a la plaza para pasar este momento triste”.
Valora las relaciones sociales que establece con pares
En esta etapa los niños y niñas establecen relaciones donde intercambian ideas y objetos con sus pares en distintos espacios y situaciones de juego. Algunos de ellos necesitan del apoyo de un adulto significativo para comenzar a interactuar con otro. En este sentido, puedes involucrarte en el juego para hacerle sentir seguro y favorecer las relaciones con otros pares. Asimismo, puedes reconocer positivamente cuando un niño o niña comparte un juguete o invita a otro niño a jugar. Esto ayudará a que se sienta orgulloso de sí mismo.
Frente a conflictos o dificultades entre pares, no lo ridiculices o sanciones su conducta, sino que ayúdalo a enfrentar las dificultades, modela formas de solucionar el problema y busca respuesta escuchando sus comentarios o ideas.
Ayúdalos a enfrentar sus miedos
Es normal que los niños y niñas sientan miedo frente a algunas situaciones u objetos que consideran peligroso, lo que les puede generar mucho estrés. Frente a emociones como el temor, pueden llorar, gritar e incluso ocultarse. El miedo es una emoción subjetiva, no todos le temen a lo mismo, por lo que es vital que como adulto les ayudes respetuosamente a enfrentar los miedos, sin cuestionar el motivo de su temor. Como adulto, tú puedes decirle: “Sé que te asusta la oscuridad, no apagaré la luz hasta que te duermas”, “te asusta el payaso, no te preocupes, yo estaré contigo”. Los miedos o temores disminuyen en la medida de que los niños y niñas crecen.